No sé si es el peor momento que estamos pasando como sociedad pero, al menos, es uno de los peores. Hay miedo en la gente, hay un esfuerzo sobrehumano de muchísimos profesionales sanitarios, personal de servicios, gente de buena fe que mientras otros estamos en nuestras casas “jodidos” pero seguros, ellos se están jugando la vida por solucionar esta pandemia. Y se la juegan en todos los frentes, en los supermercados, en las empresas, en los hospitales, en las farmacias, en infinidad de sitios en los que tienen miedo, miedo de contagiarse, miedo de llevarle el contagio a los suyos, hay miedo, mucho miedo y en el momento de mayor temor en la historia reciente de nuestro país, en ese preciso momento, el Gobierno de España se preocupa en sacar una resolución para poder conceder indultos. ¿No había otro momento?, ¿de verdad?
No tengo palabras para calificar este acto, me quedo sin argumentos serenos y sosegados para poder decir lo que siento y sólo se me ocurre el insulto, la descalificación, el decir a los cuatro vientos lo que pienso de quien hace algo así en estos momentos, necesito pregonar lo que implica que alguien aproveche el miedo, sí, el miedo, el “acojone” de una sociedad para cumplir sus objetivos más torticeros. Y esto no es una cuestión de un partido, no, el PSOE, afortunadamente para los españoles, está muy por encima de sus actuales dirigentes. El problema es la mediocridad y la soberbia extrema de un Presidente del Gobierno dirigido por aquellos que no creen ni quieren a España. Y eso no es interpretable, es el axioma que define a este gobierno. Se merecen decirles “hasta que acierte” pero no lo voy a hacer. Yo no critico la gestión de la crisis, no entro a valorar si está bien o mal gestionada porque no es el momento. Sólo quiero decir que no se puede aprovechar una crisis para pagarle las deudas de una investidura a los independentistas catalanes. Eso no se puede hacer el mismo día que la gente está muriendo. ¡No! Creo que, muchas veces, es mejor sosegarse y luchar por lo que uno cree con argumentos sólidos y eso es lo que voy a hacer y contaré hasta diez (o hasta cien) y escribiré lo que pienso una y mil veces pero calificando una situación no descalificándola.
La alarma sanitaria decretada hace una semana ha generado momentos que no he vivido en toda mi vida. Como todo el mundo, tengo precaución en ir al supermercado, incertidumbre por el futuro, por cuánto durará el confinamiento, por cuáles serán las consecuencias personales para mí y los míos de una crisis de estas características y ese miedo no es bueno para nada ni para nadie. Hemos visto desde el mes de Enero, cómo el virus ése de las narices se ha ido expandiendo país a país de manera indefectible, y lo tenemos ya con nosotros y con mucha gente luchando, cuerpo a cuerpo, contra algo del que sólo se ven sus efectos en un ejemplo emocionante que no deberíamos olvidar.
De esta saldremos, seguro, y espero que más fuertes y algunos no habremos insultado pero, tengan la certeza, que nos dedicaremos a recordar día tras día lo que pasó.
Suerte, paciencia y toda la fuerza del mundo.