La paloma por ir al Norte, fue al Sur y el gobierno por ir a China fue a un bazar de “los chinos”. El gobierno de España decidió comprar unos test que no estaban homologados, generó expectación en los millones de españoles que los necesitan y ha hecho el ridículo más espantoso al anunciar una compra de algo que no servía absolutamente para nada.
Después de una semana de confinamiento de 47 millones de españoles a alguien, brillante sin duda, se le ocurrió la importancia de poder encargar test de detección rápida del COVID-19, tardaron una semana, pero los encargaron y Pedro Sánchez anunció la adquisición de “test homologados”, con el engolamiento y la sobreactuación que le caracteriza. Señoras y señores, ahí tienen el perfecto ejemplo de la expresión “tarde, mal y nunca”. Llegaron tarde, lo hicieron mal y nunca servirán para lo que se adquirieron. Este es el claro ejemplo de un gobierno sobrepasado por las circunstancias que lo fía todo a conseguir el beneplácito de la opinión pública mediante actos vacíos y sin aportar soluciones concretas a problemas reales. Mala suerte hemos tenido los españoles al tener un ejecutivo tan flojo en un momento tan complicado.
Para hacer la situación más humillante, la embajada de China en Madrid salió rápidamente ante la opinión pública acusando, indirectamente, al Gobierno de España de ineptitud al haberse dirigido a una empresa que no se encontraba en la lista de proveedores con la homologación concedida. La gestión de este gobierno dejó de ser surrealista hace ya mucho tiempo pasando a un estado distinto entre la incompetencia más absoluta y la extrema. Un país, encerrado en sus casas, esperando unos test que no sirven para lo que se compraron.
Nunca, en los últimos tres cuartos de siglo, la vida de nuestro país ha cambiado tanto para tantos y en tan poco tiempo. Hoy en día los españoles, muy orgullosos nosotros, tenemos restricciones de entrada en 110 países, ¿me han leído? 110 países. Nosotros que queremos subir la valla de Melilla unos metros, nosotros que vamos recogiendo inmigrantes en patera, ahora no podemos ir ni a Marruecos ni a otros 109 países y hemos salido despavoridos a los supermercados, a las primeras de cambio, como mecanismo de autodefensa y, tal vez, nuestras despensas estén llenas pero no los lineales de muchos supermercados.
Hoy por hoy, aunque será circunstancial, estamos viviendo una espectacular cura de humildad sobre la importancia de unas cosas y de otras. Para muchos está siendo un enorme baño de realidad y para otros, lamentablemente, un momento trágico que les acompañará el resto de sus vidas. Enterrar a padres o madres sin poderse despedir de ellos, sin poderles acompañar en sus últimos días, es dramático. Lo habíamos visto sólo en las películas pero nunca en la realidad y ahora nos ha tocado vivirlo, sufrirlo y a, algunos, morirlo.
Suerte a todos, y paciencia.