La información que remitió en el día de ayer el Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha tiene un calado y unas consecuencias absolutamente imprevisibles. En un ejemplo de independencia judicial, el Presidente del TSJ dijo, a las claras, lo que es un clamor en toda nuestra región: las cifras facilitadas por la Junta de Comunidades de CLM no se corresponden con la realidad. Se está faltando clamorosamente a la verdad y, como no se fían de las cifras oficiales, solicitan a los jueces encargados de los registros civiles “que se vele porque se haga una identificación lo más precisa posible de la causa inicial o fundamental de la muerte”. Tremendísimo varapalo al Gobierno de la Junta de CLM y a su Presidente, Sr. García- Page.
Creo que los castellano manchegos entendemos que ningún sistema sanitario del mundo puede absorber, sin menoscabo del servicio, una pandemia como la que estamos viviendo, eso, podemos llegar a entenderlo, lo que no entendemos y no entenderemos es que se mienta, se falsee y se tergiverse la verdad, hasta con los muertos. ¡NO!
Ante la avalancha de falsedades, habrá un antes y un después en la vida pública de nuestra región. No habrá medios de comunicación capaces de cambiar lo que los castellano manchegos tenemos interiorizado: NOS ESTÁN ENGAÑANDO. Dará igual lo que hagan o lo que digan, dará exactamente lo mismo, nadie volverá a creer ni en Page ni en los que le rodean y no le avisan (y si lo hacen con escaso éxito) de las tropelías que está cometiendo. Decir que “nunca nos han faltado respiradores” ,como dijo ayer 6 de Abril, o decir “que somos la única Comunidad Autónoma donde han funcionado los test rápidos” es tomarnos por tontos y reírse de los cientos de familiares de las personas que han fallecido sin poder haber podido utilizar esos medios, simple y llanamente, porque no existían.
Nunca había visto un clamor tan grande contra un político en nuestra región, nunca, y cuando digo nunca, es NUNCA. Esto no es hablar de una mala gestión, esto no es hablar de imprevisión esto es hablar de esconder los muertos en las estadísticas, suena duro, muy duro, pero es la cruda realidad. El otro día oía la narración desgarradora de Santi Denia, persona muy relevante y querida en Albacete, que contaba en un medio nacional la odisea que tuvo que pasar cuando no encontraba un respirador para salvar a su padre, oyéndolo, se me ponían los pelos de punta ante lo que tuvo que pasar esta familia viendo como su padre moría sin poder hacer nada.
Estamos viviendo una tragedia colectiva, mundial, y, por lo menos, nos mereceríamos que no nos mintieran. Mi máximo reconocimiento a Vicente Rouco, Presidente del TSJ, y a todos aquellos que con valentía están denunciando todo lo que está pasando. En unos días serán más, porque percibo que el muro de miedo alrededor de la Junta y su poder económico se está empezando a resquebrajar, y nadie va a querer ser el último en quedarse en el barco que se hunde.